La última carta

Clara recibió una carta sin remitente, escrita con una caligrafía que le resultaba extrañamente familiar. Al abrirla, su corazón se aceleró: la carta estaba fechada cinco años en el futuro y tenía su nombre al final.  

Era una advertencia. Su futuro yo le hablaba de una decisión crucial que estaba a punto de tomar y de cómo, si elegía el camino equivocado, todo cambiaría para siempre.  

Al principio, dudó. ¿Era una broma? Pero mientras avanzaba en la lectura, los detalles eran tan precisos que no podía ignorarlos. Hablaban de personas que aún no conocía, de lugares a los que nunca había ido, y de emociones que aún no había sentido.  

Cada frase de la carta le planteaba una elección: si seguía el consejo, cambiaría el rumbo de su vida. Si lo ignoraba, se arriesgaba a perderlo todo.  

El dilema la consumió durante días… hasta que decidió quemar la carta. Si su futuro estaba escrito, prefería no saberlo.  

Años después, en un momento decisivo, recordó las palabras de la carta. En ese instante, supo que su elección ya había sido tomada mucho antes… por alguien que alguna vez fue ella.