El último deseo

El anciano Joaquín pasaba sus días sentado en la plaza, observando la vida pasar. Había vivido mucho, pero sentía que aún quedaba algo pendiente.  

Una noche, bajo la luz tenue de un farol, una mujer misteriosa se acercó y le susurró: "Te queda un último deseo. Úsalo con sabiduría." 

Joaquín sonrió con nostalgia. No deseaba riqueza ni juventud, solo quería ver el amanecer una última vez, pero con alguien especial.  

Al día siguiente, al abrir los ojos, frente a él estaba su esposa, aquella que había partido años atrás. Sin palabras, ambos caminaron hacia la orilla del mar y observaron el sol elevarse sobre el horizonte.  

Al terminar el amanecer, Joaquín cerró los ojos y sintió una paz profunda. Cuando la gente llegó a la plaza esa mañana, encontraron su silla vacía… pero con una sensación de calma en el aire, como si alguien se hubiera despedido con el corazón en paz.  

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